jueves, 13 de mayo de 2010

Sobre el Hombre Casualidad


¿El Hombre Casualidad es hombre por la casualidad o por el primer hecho de ser hombre? La respuesta es simple: las dos variantes son condición. Sin embargo, la segunda variable –la casualidad–, explica su naturaleza única. Su identidad irrepetible, digamos.


Por empezar, vale aclarar que el Hombre Casualidad no quiere encontrar casualidades. No es un cazafantasmas ni un cazador en la boca del lobo. Es un ser-humano común y corriente, un poco soñador, que entiende a la vida como la sucesión de hechos lógicos que de vez en cuando se tornan sospechosos. ¡Sospecha! He aquí el motor de todo. La fuerza de la intriga, el poder del Espíritu Santo, la voluntad de la pregunta.

Es un tipo normal, fachero se podría decir, que no renuncia nunca a la sospecha. ¡Bendito este infatigable linaje! Los ávido de respuestas que probablemente nunca nadie pueda responder. Benditos los que no sucumben, los que no se exilian, los que no se adaptan. ¿Cómo preguntarse por algo que no podré responder?


Es melancólico, de los que lloran con las películas románticas. Es un observador. Una persona que se encuentra a diario con situaciones improbables. ¡Donde nace la casualidad, nace la sospecha de vida eterna! Pero las conclusiones son ajenas a él. El Hombre Casualidad es hombre por la casualidad que lo puso en este lugar de la historia. Es hombre por las letras que lo describen, por su sombra, por su nombre, por su adn. Pero, antes que nada, por ser un cazador de Furcios cotidianos. Furcios amables como la miel. Usted póngase a pensar: ¡hay furcios!

Juan sin Tierra

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